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untitledTe aconsejo que cambies con cierta periodicidad el sonido de tu despertador.  Ese mínimo cambio hará que la primera decisión del día (me quedo cinco más o me levanto) se afronte de forma diferente independientemente de lo que finalmente  decidas pulsar en tu móvil:   “REPETIR” o “RECHAZAR”.

No somos conscientes de lo que ésta elección  puede significar. Llegar tarde con los niños al colegio  y por lo tanto llegar tarde al trabajo, a tu actividad, a tus clases, estudios…, en definitiva a tus obligaciones, sean cuales sean. Son tantas que nos ocultan las cosas importantes de nuestro día a día y por lo tanto de nuestra vida porque como dijo John Lennon:

‘La vida es lo que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes.’

Si ésta decisión (me refiero a la de los cinco minutos),  aparentemente poco importante puede tener unas consecuencias tan importantes imaginemos qué consecuencias puede tener las decisiones en ámbitos más trascendentales de nuestra vida como ser padre o madre,  tener o no  pareja, vivir o no vivir con esa pareja, cuentas bancarias  individuales o conjuntas, coche nuevo o de segunda mano……

Bueno, casi mejor ni pensarlo, ya que de otra forma esta situación mal gestionada podría llevarnos a una permanente  infelicidad.  Al igual que la canción de U2  “All I want is you” que hace referencia a las promesas que se hacen desde la cuna hasta la tumba, las decisiones se despiertan con nosotros todos los días. Incluso por la noche. Me viene a la cabeza  una de las decisiones que posiblemente  más cueste tomar y que a partir de los 40 comienza a ser habitual: me levanto a mear o no me levanto.

Pero todos estos antecedentes e información no tienen que hacer mella en nuestra obligación de decidir. El primer paso para ello es quitarnos el miedo a equivocarnos porque en el error y en su aceptación y reconocimiento está la superación y por lo tanto el desarrollo personal.

No existe la felicidad absoluta pero tengo claro que yo no quiero dejar de buscarla. También tengo claro que con este propósito voy a ser más feliz. Valoremos lo que tenemos y hagámoslo a diario.

Bueno, pues eso. Tengo que trabajar toda la tarde (que suerte tener trabajo). Llegaré a casa alrededor de las nueve de la noche y con un poco de suerte veré a mis dos hijos despiertos  para poder acostarles y darles las buenas noches (que suerte), creo haber visto una pizza para cenar (que suerte) acompañado de mi pareja con quién hablaré o no hablaré mientras vemos alguna película o serie a las que nos “enganchamos” con mucha facilidad (que suerte). Así va a finalizar casi con toda seguridad el día de hoy. ¿No os parece mucha suerte?

PD.  A lo largo de la noche ya valorare si me levanto al baño o no. Todo a su debido tiempo. Tampoco hay que estresarse sin motivo.

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